viernes, 2 de octubre de 2009

cuentos del 24.09.2009

Palabras: mala, puta, exasperación, sartén, barca, gracias


Los seis sentados a la mesa, cerveza espumeante en mano o a la vista, pensaban en silencio. Desde el otro extremo, Eduardo miró a Alicia, e inevitablemente sonrió. Ella se sonrojó, recordando el reciente episodio, aquella caricia inesperada.

-¡Venga, Irene!. ¡Di algo, que te toca!, dijo Rubén.
-Pues… “exasperación”.
-¡Alaaaaaa!, protestaron todos a una.

La mano de Rubén, por debajo de la mesa, apretó la de Irene, cómplice y expectante con el principio de su relación.

-¡“Puta”!, dijo Natalia, otra pa’l cuento.

Rieron y bebieron.

-Pues ya tenemos cinco: “barca”, “exasperación”, “puta”, “mala” y “sartén”. Sólo falto yo. Y mi palabra para el cuento de este loco concurso va a ser….-dijo Luismi mientras guiñaba un ojo a Alicia, acariciaba con su pie derecho a Irene, y casi imperceptiblemente le mesaba el pelo a Natalia por detrás de la silla….- “gracias”.
Natalie Hernandson

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La Mala Puta

Como todas las mañanas, volvió a mirarse en el espejo tras remojarse la cara; las mismas ojeras de siempre, las mismas legañas delatoras de un sueño escaso y poco reparador, y, como no, esa mirada que se debate entre la exasperación y el aburrimiento.
Se sentó somnoliento ante la taza de café y recordó, como cada día, la sucesión de acontecimientos que le sumió en la miseria, que convirtió su vida en una barca a la deriva. Comió los huevos directamente de la sartén y volvió a maldecir a la mala puta que había arruinado su existencia, esa que no le permite levantar cabeza, aquella a quien tantas noches dio gracias por los buenos ratos, la misma que conoció en los aseos de aquel pub, esa a la que siempre fue fiel, la hija de puta que dejó sus sueños hechos jirones y la nariz en carne viva.
Reuben Ferdinandson

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La exasperación entró en mi vida el día que le conocí. Era un día aparentemente normal, rutinario. Me levanté, cociné algo rápido en una sartén y salí corriendo de casa. Ya iba tarde.
Llegué al trabajo y mi jefe me presentó a mi nueva compañera de despacho, Vanessa, una mujer con la que llevo trabajando los tres últimos meses de mi vida. Gracias a ella he conocido lo que son la locura transitoria y los analgésicos.
Comencé a ir, una vez por semana, a un psicoanalista que me recomendaron. El hombre tenía una fama impresionante y, por ello, no entendí muy bien cómo, la solución a mis problemas, estaba en darme una vuelta en barca, por el lago del Retiro, un domingo soleado.
Mi problema seguía sin solucionarse y, nada más levantarme, siempre pensaba lo mismo:”No quiero ver a esa puta” y me iba cabizbajo al trabajo.
Fui dando tumbos de profesional en profesional probando todo tipo de remedios extraños y, después de gastarme una fortuna en tiempo, dinero y salud, conseguí que me trasladaran de planta. Entonces empecé a vivir de nuevo, incluso logré olvidar la mala experiencia.
Alice Verger

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Mi peor día del viaje con diferencia aunque con final feliz, gracias a Alá. Salgo tarde de Bratislava, de mala gana, sin prisas, viendo a las patinadoras del Donau. Flipo con la actividad matinal de domingo en esta pequeña capital! Las guapísimas piernas largas rubias se ponen sus bikinis para patinar, van hechas unas putas. Más adelante, a unos 18 km hay una “playa” en uno de los brazos del Danubio, más de 80 personas, nudistas, bikers, familias, 32º. Viento caliente en contra, mi culo arde como una sartén, camino mal indicado en Magyarorszag, en dos ocasiones no me he perdido por puro azahar pero en otra sí y pierdo unos 20´. Hay un tramo de 5 km de tierra suelta, mucho calor, cuesta pedalear, no sé si voy bien, no me cruzo con nadie, llevo 40 km hoy y ya no me quedan fuerzas, apenas como nada en todo el día porque no tengo moneda magyar ni veo un cajero en estas aldeíllas, la exasperación se adueña de mí. . . barca.
Edward Castle

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Caminaba por la arena de la playa, descalza y con piedras en los bolsillos. A lo lejos, una barca avanzaba hacia la isla gracias a la fuerza de un solo remo. La exasperación le hizo variar el rumbo y adentrarse en el mar. La mala suerte le perseguía y le obsesionaba la puta maldición de no poder nunca coger la sartén de la vida por el mango. Se abrió paso entre las olas, y poco a poco desapareció en el horizonte infinito.
Irene R. Berry

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HISTORY ONE
- ¡Gracias!
- ¿Por qué?
- Por ser una puta mala que monta en barca y fríe huevos en la sartén hasta la exasperación.
- ¿Estás fumao?
- Supongo que cualquier cosa que tenga que ver contigo me parece abrumadora. El baile de tus caderas, la brisa sobre tu pelo, el amanecer en tus ojos…
Junto a estas frías baldosas eres el despertar de los sentidos, la enemiga del silencio, el abrazo de una amante que evita mi regreso al abismo.

HISTORY TWO (TURURÚ)

¿Quién fue el genio que decidió enviarla a Eurovisión?
“Aquí maneja mi barca, quién; que a la deriva me lleva, quién”
¡Gracias por dejarnos en ridículo ante los finolis europeos con sus calles ultralimpias y su rancia educación!
Ella dijo “gracias” al terminar y “mala suerte” ante el rosco que se llevó.
Pero la verdadera exasperación que siento no es por la jodida barca, sino porque en este país no cojamos la sartén por el mango de una puta vez.
Lewis M. Santa Claus

1 comentario:

  1. Me encantan todos los cuentos. ¡Sois geniales! ¡Qué pasada! Y magnífico perderse entre azahares por culpa del azar... ¡Cosas del lenguaje! Magia para alimentar la locura.

    Me encantó el final de Castillo: Exasperación = barca. ¡¡Jajajaja!! Pues sí, por qué no.

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