domingo, 7 de febrero de 2010

cuentos del 21.01.10


Palabras: jabato, riesgo, dificultad, complejo, excipiente


VINO PARA QUEDARSE

Enciendo la tele e intento buscar algo que me entretenga. Observo las imágenes de un programa absurdo y me siento totalmente ajeno a la ferviente alegría que parece correr por las venas de toda esa gente. Apago la tele y comienzo a leer el décimo cómic de “El jabato”. Hace seis horas que me he comprado la colección entera y, desde entonces, he sido incapaz de dejar de leer.

Miro hacia la mesa y veo toda la documentación necesaria para redactar la ponencia sobre los excipientes, más comunes, utilizados en antihistamínicos de proyección dos. Estoy cabreado porque sé que me han encargado la charla más aburrida de toda la conferencia pero, por otro lado, me siento tranquilo porque, también sé, que lo prepararé sin dificultad, en cualquier rato.

Los días pasan rápido. Soy, algo consciente, de que me estoy obsesionando. Leo sin parar. Apenas como, duermo poco y, en el trabajo me escaqueo para avanzar algunas páginas. Mañana es la conferencia y todavía me faltan veinte comics por leer.

Durante el viaje en avión devoró varios números pero, al traer la comida, dejo de leer e, inevitablemente, mi mente se dispersa hacia mi recurrente paranoia personal. Me propongo a mí mismo cambiar, asumir algún riesgo en mi vida y acabar con la monotonía que me tiene absorbido en un complejo círculo cerrado. Pienso en diferentes opciones pero todas me parecen banales y, entonces, sólo entonces, me doy cuenta de que mi única ilusión es acabar de leer esos comics. Una sensación de fragilidad acompañada de una tristeza profunda me invade por dentro y, por ello, llego al hotel sintiendo un peso extra sobre mi cuerpo. Me enfrasco en la lectura de los comics y acabo el último justo a tiempo. Me doy una ducha rápida y salgo hacia el palacio de congresos.

Allí todo trascurre según lo esperado. Habló y habló pero, cuando me dispongo a abrir un archivo para mostrar unos gráficos, en la pantalla sale proyectada, en primerísimo plano, la imagen de “El jabato”. No doy crédito a lo que veo. Doy un paso hacia atrás, pierdo el color, siento cómo la sangre abandonaba mi cuerpo cubierto ahora de un sudor frío y, a la vez que me aflojo la corbata, comienzo a ver unas luces blancas.

Cuando abro los ojos no puedo ver con claridad. Parpadeo y, cuando por fin consigo enfocar la imagen, lo único que alcanzo a ver es al protagonista de “El jabato” dándome aire con un cartoncillo.

Hoy, tres meses después de aquello, todavía sigue conmigo pero, ya no me asusta, porque sé que vino para quedarse.

Alice Verger


********************


Salió hecho un jabato. El riesgo y la dificultad de la tarea le resultaban complejos, pero sabía que, por mucho excipiente que apareciera en el prospecto, las pastillas que le habían mandado funcionarían. “Hoy se enteran, hoy se enteran, es que me los cargo”.

Irene R. Berry


********************


La cosa está mu chunga. No se me ocurre nada y corro el riesgo de que sea jueves por la noche y no consiga acabar con lo que me había propuesto.

Sudando como un jabato, intento concentrarme, o no,… mejor evadirme, o… quizás perderme en mis pensamientos…, no sé, …en definitiva busco un qué sé yo, …yo qué sé, que me ayude a superar esta dificultad.

Es complejo forzar la inspiración, tanto es así, que…como muchos habréis experimentado en alguna que otra ocasión…, ese acto puede provocar dolor de cabeza, fatiga, vómitos, insomnio, visión borrosa, convulsiones y espasmos…, vamos, lo que se dice malestar general. Y ahí estaba yo, con un Espidifen en la mano, y pensando qué coño voy a escribir. Miro el prospecto buscando alguna palabra, una luz que encienda la caverna oscura en que se había convertido mi sesera, y entonces...”excipientes”, pero… qué demonios, experimenté algo excitante, extraordinario. Estaba extremadamente exultante, porque mi tiempo había expirado y ya no necesitaba excusas para presentarme allí como cada jueves, ya que mejor o peor, había conseguido mi objetivo, aunque de una manera excéntrica acababa de terminar mi extraño cuento.

Bethlehem Martinson


********************


LA ASAMBLEA

¡Compañeros, compañeras, el motivo de esta asamblea extraordinaria del Sindicato de Superhéroes Españoles es debatir las medidas a tomar ante la amenaza que se cierne sobre nosotros! – dijo el Jabato, abriendo la sesión en calidad de presidente. Como ya sabéis, desde hace unos años somos víctimas de una invasión de series, cómics y películas norteamericanas. El asunto es complejo, por eso, no he querido tomar ninguna decisión por mi cuenta y he decidido someterlo a la voluntad de la mayoría.

Todo comenzó unos años atrás, cuando el Capitán Trueno hizo llegar a mi despacho una carta en la que explicaba que un toxicómano estadounidense se había tomado unas pastillas chungas con un excipiente desconocido, se había vuelto verde y desde entonces se le conocía como el increíble Hulk.

En ese momento pidió la palabra el Guerrero del Antifaz: “No sabéis lo mal que me he sentido viéndome desplazado por el imbécil de Superman, cuyo único disfraz eran una gafas normales y corrientes, pero claro es que el público es gilipollas, vamos que no darse cuenta de que Clark Kent y él son el mismo, no me jodas, como si nadie reconociéramos a los amigos miopes cuando se ponen lentillas, es como si Manolito Gafotas se convirtiera en el Piraña de Verano Azul.

El Jabato retomó su discurso: Bien, amigos, todos tenemos anécdotas que contar, ¿quién no se acuerda del Equipo A, pegando tiros y tiros sin matar a nadie? Pero el objeto de nuestra reunión es otro, tenemos que decidir las acciones a emprender para detener esta invasión. La operación que tengo en mente entraña una gran dificultad. Se trata de luchar contra corriente para detener esta ola cultural norteamericana, por tanto propongo prestar gratuitamente nuestra imagen para promocionar bares de tapas y frenar la expansión del McDonalds, y así, al mismo tiempo, reduciremos el riesgo de enfermedades cardiovasculares y acabaremos con la obesidad infantil. Si os parece la llamaremos Operación Bocata de Calamares.

Ante este gran derroche de oratoria y capacidad verbal del Jabato, la moción fue aprobada por unanimidad

Reuben Ferdinandson


*****************


LA REINA DEL CIELO

El amanecer, ese primer encuentro con el astro rey me inunda de energía a pesar del frío de la mañana.

A esta altura las cosas se ven diferentes, me siento la reina del mundo con mis guardaespaldas y mi pequeño escudero.

La estampa de mi padre es impresionante, sus poderosas manos someten a cuantos pasan ante él, y el resto huyen como jabatos.

Él siempre me dice que la vida sin riesgo no es vida. Que debo afrontar las dificultades sin complejos. Que si yo creo en él, él cree en mí.

Tanto mi madre como él nos siguen alimentando. Ellos les aportan los excipientes necesarios a los alimentos que ingerimos. Pero el chollo se nos acaba y pronto tendremos que abandonar el nido.

Es el día más importante de mi vida, tras semanas de preparación bajo la supervisión de mi madre, debo lanzarme al vacío. Mis padres están preparados para izarme si las cosas no salen como deben, pero yo sé que puedo hacerlo. Salto...

Mis ojos se llenan de lágrimas por la velocidad del viento y mi corazón late a doscientas pulsaciones... estoy volando. Es un momento indescriptible, veo el mundo bajo mis pies y cierro los ojos... me siento libre.

Al volver me felicitan pero ahora toca la parte más difícil: aprender a cazar. Tengo buenos profesores y seguro que aprenderé rápido.

Ha pasado un mes y mi hermano está preparado para enfrentarse al abismo. Sin embargo mi madre está nerviosa, sus ojos han captado algo que la mantiene inquieta. Mi padre regresa con un conejo en su pico, al soltarlo nos señala el norte. Es la primera vez que los veo pero no será la última en mi vida. Entre la maleza, a cuatrocientos metros bajo nuestro nido, avanzan sin descanso un grupo de asesinos despiadados. Su único afán es alimentar su ego aniquilando a mi familia.

La cueva en la montaña, hasta ahora un refugio seguro, se ha convertido en una cárcel, una trampa mortal donde mi hermano es presa fácil. Pero, como decía mi abuelo: la familia unida jamás será vencida. Decidimos dividirnos para protegerle y yo elijo el camino más arriesgado. Mi vuelo rasante provoca una lluvia de balas y perdigones que silvan a mi alrededor haciendo añicos el aire. Si Tarantino lo viera me contrataría para la segunda parte de Pulp Fiction.

Esta vez se han ido y podremos seguir disfrutando de algo que ellos jamás tendrán, libertad.

Lewis M. Santa Claus-Green


cuentos del 14.01.10


Palabras: alcohol, invisible, libertad, idiosincrasia, perdidos, duda

YUN

Cuando el sol se escondió detrás de los edificios Yun supo que era la hora de volver a casa. Por el camino fue pensando las noticias que iba a contar a sus compañeras ya que, todas las noches, se reunían después de cenar y ella les relataba lo más interesante que había logrado descubrir ese día. De esta manera, todas aprendían cosas nuevas y, por ello, habían conseguido ser la colonia de hormigas negras más culta de todo el parque.

Yun era una hormiga obrera común pero, estaba exenta de trabajar buscando comida, porque nació con la cabeza más grande de lo normal y, cada vez que cogía una miguita de pan, basculaba hacia adelante necesitando la ayuda de, al menos, dos compañeras para incorporarse. Por esta razón, la colonia de hormigas decidió que no trabajase e invirtiese su tiempo explorando el entorno. Esta libertad extra molestó a algunas compañeras que quisieron putear a nuestra querida amiga minando con dudas la decisión previamente tomada pero Yun, que era bastante lista, les puso un poco de alcohol en las miguitas de pan y , cuando fueron a protestar, ni se acordaban de qué querían decir, anduvieron dando tumbos y estuvieron perdidas durante dos días. Nadie supo nunca que había hecho desaparecer a esas petardas pero, lo que sí es cierto, es que la colonia, durante el tiempo en el que estuvieron ausentes e invisibles, descansó gratamente.

Yun llegó al hormiguero contenta. Se lavó su supercabeza y las antenas y se fue a cenar. Hoy tocaba una miguita de pan de bocata de chorizo y otra de donuts. ¡Qué rico!

Cuando todas terminaron, Yun comenzó a explicar lo que había aprendido ese día.

- Hoy en el parque subí por la pata de un banco y escuché hablar a dos niños.

En el cole les habían puesto deberes y los estaban haciendo allí. Hay una palabra nueva que debemos aprender. Es “idiosincrasia”. El profe les dijo que la buscasen en el diccionario pero, ellos dijeron que no hacía falta porque está claro que idiosincrasia quiere decir: idiota y sin gracia.

Y así fue cómo la colonia de hormigas negras más culta de todo el parque incorporó, a su ya amplio vocabulario, la palabra idiosincrasia. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Alice Verger


******************


EL REENCUENTRO

Allí estaba yo, en un lugar extraño, muy lejano a mi hogar, en el que sólo podía sentir añoranza. Decidí que en vez de seguir siendo una pieza invisible en ese puzle, debía empezar a dejarme llevar e internarme en la idiosincrasia de sus gentes.

Entonces es cuando entré en aquel tugurio oscuro en el que parecía que nunca había entrado un haz de luz. Apestaba a alcohol y a tabaco. En ese momento le encontré.

Aquel hombre que apoyaba su codo en la barra esperando un triste vaso de whisky barato, me resultaba familiar.

Estuve esperando hasta que apuró su copa y me sobrevino el impulso de seguirle. Y así lo hice. Anduve tras él por aquellos callejones oscuros de la ciudad. Entonces me asaltó una duda: ¿Había valido la pena todo aquello?. En ese momento, miré la pared que estaba frente a mí y leí: calle Libertad. Mi cara cambió de color repentinamente cuando verifiqué lo que tanto temía, y a la vez ansiaba…Ese hombre se trataba de mi padre, al que había estado buscando durante años y del que sólo conocía su calle, pero no la ciudad en la que habitaba.

Lo más vergonzoso de todo era que no tuve el valor suficiente para llamar a su puerta. Me sentía perdido ante aquella situación tan dantesca.

Finalmente decidí volver a la habitación de mi hotel. Después de una larga noche de insomnio concluí que debía enterrar el pasado, de la misma forma que él había enterrado el poco recuerdo que podría tener de mí.

Bethlehem Martinson


****************


INVISIBLE

Desde el inicio de los tiempos, la humanidad nunca ha dejado de preguntarse, ¿Qué es la libertad? Muchos filósofos, litros de alcohol y otras sustancias estimulantes después la respuesta todavía está en el aire. Podemos afirmar, siempre con dudas, que en todo caso, depende de la idiosincrasia de cada uno.

El protagonista de nuestra historia tenía todo lo que otros pueden desear, e incluso lo que otros pueden entender por libertad. Dinero, sobre todo dinero, que le daba acceso a todo un elenco de lujos materiales. Fama e influencia que le abría puertas cerradas para casi todos. Tenía pues libertad para hacer lo que le diera la gana

Pero había algo que le comía por dentro, cuando pasaba por la calle, ver a los vecinos tranquilamente con su café leyendo el periódico sentados en un bar. Gente por el parque paseando o haciendo footing sin que nadie les molestase. Este tipo de pequeños detalles eran lo que ansiaba sobre todas las cosas: el hecho de no ser abordado por la calle, que la gente no se volviera para mirarle, poder mezclarse con la gente como uno más y pasar desapercibido. Cada vez que se dirigía a un comercio o a la ventanilla de un organismo público la sensación de angustia crecía por momentos, y se sentía reconfortado cuando la persona que le atendía, bien por educación, bien por desconocimiento, no le hacía ningún comentario sobre su última película.

Muchas veces había intentado hacer otro tipo de cine, el llamado de autor, para minorías, pero en estos casos, a pesar de que la gente le paraba menos por la calle, los que lo hacían eran unos auténticos pesados, intentando diseccionar su obra. Además, su ausencia casi total de vida social, no le daba para muchos argumentos imaginativos.

Cuando llegó a casa se sentó delante del ordenador y escribió “El Hombre Invisible III”, y pensó: “Al menos que mis personajes sean libres, aunque se encuentren perdidos”.

Reuben Ferdinandson


**************


LA ISLA

Tras varios días sin fregar los cacharros había que hacer algo, así que decidió salir a la calle y olvidarse de todo. Se tragó 100 capítulos de Lost en una semana y empezó a reflexionar sobre la existencia, sobre su propia existencia. Tan sólo el alcohol le había animado a replantearse su vida hasta entonces.

Mientras caminaba veía pasar los vehículos y las gentes del lugar. Era invisible para ellos. Esta mezcla de soledad y libertad le confundía. Recordaba las palabras de su padre: “estamos solos en el mundo”.

Siguió caminando para huir de sí mismo y así poder encontrarse de nuevo.

Lo primero que debía hacer era aceptar una cuestión. Es difícil de digerir que la existencia humana no tenga ninguna razón de ser. Cuando llegamos no somos necesarios pero cuando nos vamos no somos imprescindibles. Empezaba a entender la actitud de algunos personajes de la serie.

La idiosincrasia de cada uno es única, irrepetible, maravillosa, insustituible pero totalmente prescindible y sólo la echarán de menos quienes forman parte de tu entorno. ¿Quién recuerda cómo eran en realidad los personajes históricos, cómo era su personalidad, su sonrisa, sus sentimientos? Todo ello se lo llevaron quienes compartieron momentos a su lado.

Y se dio cuenta de que en realidad todos los personajes de la serie estaban perdidos en sus vidas y la isla les dio la oportunidad de encontrarse.

Empezó a dudar si tenía algún sentido martirizarse con lo inevitable y tomó una decisión, se olvidaría de todo y escribiría un cuento para compartir con quienes daban sentido a su vida.

Lewis M. Santa Claus-Green


**************


(miércoles por la noche)

Salgo por la puerta dando un tropezón y me asalta la duda. ¿Por qué he venido? ¿Era champán lo que nos han servido? Es la primera vez que, tras una fiesta, tengo necesidad de esconderme tras el alcohol. Yo siempre tan gracioso, tan ocurrente, tan dueño de la situación, con la idiosincrasia que me ha hecho famoso entre el género femenino. Tan superficial. La bebida siempre me ha dado un toque especial y me ha ayudado a salir de situaciones comprometidas con las mujeres… Pero hoy no.

Hoy quiero ser invisible para el mundo. Quiero formar parte de la tribu de los perdidos, de los que realmente no saben hacia dónde ir, de los que no tienen la libertad de saber qué hacer. La tribu a la que quizás haya pertenecido en esta parte del mundo, sin saberlo, o sin saberlo reconocer. Las copas de esta noche y el día de hoy me han golpeado con furia.

(6 horas antes, hablando por teléfono)

- Sí, está de viaje en el proyecto de cooperación, contentísima, la verdad. Hablé con ella hace un par de días y está entusiasmada con el plan de ayuda. La llamé esta mañana pero todavía no he podido hablar con ella, no sé qué ocurre con su móvil. También la intenté localizar a través del teléfono de la ONG pero está todo bloqueado. Estoy un poco preocupado, la verdad. (pausa). Ya, sí, vuelve en dos semanas. Ostras, la echo de menos, ¿sabes? Pero bueno, esta noche tenemos la fiesta de Juan ¿vas, no? (pausa) Pues la verdad es que volveré pronto, a ver si sí que la pillo por teléfono y me cuenta todo. Allí son seis horas menos que aquí. (pausa). Sí, sí, estamos muy bien, ¡llevamos juntos un mes! (pausa) Ya lo sé, es raro en mí, pero… acostúmbrate, (con cierta ironía) ¡será el amor!

- (voz del telediario de fondo): Las autoridades haitianas temen que decenas de miles de personas hayan muerto sepultadas bajo los escombros de los cientos de edificios -viviendas, escuelas y hospitales- que se vinieron abajo como castillos de naipes en Puerto Príncipe, azotadas por el terremoto que asoló Haití el martes por la noche y que ya se considera el más destructivo de los últimos 200 años en la isla caribeña.

Irene R. Berry


cuentos del 18.11.09


EL DÍA QUE DANIEL DIJO “NO”

El día que Daniel dijo “no” el cielo estaba cubierto de nubes, el viento soplaba desapacible y la temperatura no superaba los 10 grados. Ese día, la gente fue al trabajo y los niños al colegio. En los hospitales atendieron las consultas y operaron a pacientes. En las calles, había gente caminando, jubilados mirando las obras, repartidores aparcados en doble fila y adolescentes haciendo pellas. Una mujer se enteró de que estaba embarazada y maldijo su suerte, un hombre fue despedido del trabajo, un ladrón robó una cartera y una prostituta atendió a su primer cliente del día.

En la avenida de al lado, un perro abandonado buscó algo para comer, un hombre estrelló su coche contra una farola y un policía puso su primera multa del día.

En el aeropuerto, un avión despegó hacia París, un pasajero logró burlar el control policial y pasó un kilo de droga en su estómago, una mujer buscó entre la multitud y abrazó a su hijo después de dos años y, una pareja de seguridad aeroportuaria, se dio la mano por debajo de la mesa de los monitores mientras se sonreían tontamente, sin percatarse, por ello, de la navaja suiza que llevaba un hombre en la mochila.

Bastante más lejos de allí, una cigüeña encontró una suculenta culebra para desayunar, una ballena nadó, junto a su ballenato, en dirección a la Antártida y un lagarto, sobre una piedra al sol, se dio la vuelta para calentarse el costado derecho.

En ese mismo instante, al otro lado del planeta, los bomberos apagaban un fuego en una oficina, una mujer soñó, otra vez, que su novio era gay y, una niña tiró por la ventana el juguete preferido de su hermano.

Mientras todo esto sucedía, Daniel estaba en su casa. Su madre estaba escribiendo y su padre ya se había ido. Él estaba sentado en el suelo jugando con sus cosas. De repente, su madre lo cogió para llevárselo y él dijo: “no”. Ella, sorprendida, lo colmó de besos y lo dejo en el suelo para llamar por teléfono y contarle a su padre la que, al parecer, había sido su primera palabra.

Treinta y dos años después, Daniel estaba sentado en el banquillo de los acusados y, cuando el fiscal le preguntó si fue él el que asesinó a Gonzalo Solano Fuentes, también dijo: “no”, de una manera rotunda y convincente. En esta ocasión, su madre no llamó por teléfono a nadie, ni mostró ninguna señal de alegría porque, ella sabía, con certeza, que su hijo estaba mintiendo.

Alice Verger


*****************


EL BOSQUE DE LOS REFUGIADOS

Corría el año 38 cuando Manuel y su familia vivían en un pueblo pequeño del norte de España. Era una situación difícil, pero él, como niño que era, no llegaba a darse cuenta de la gravedad del asunto.

Manuel salía todos los días a jugar con su amigo Benito que le esperaba en el pilón de la plaza. El mejor juego para ellos era correr hacia la parte alta del pueblo donde comenzaba el bosque de pinos y tirar piñazos a los nidos de oruga que se creaban en algunos árboles. Normalmente alguno caía originando un estallido de gusanos correteando por el suelo. Entonces, comenzó a soplar un viento cálido y seco. Los dos niños miraron hacia el cielo y vieron como se acercaban rápidamente unas nubes amenazadoras. Afortunadamente encontraron en el camino de vuelta al pueblo un solumbrajo donde refugiarse. Cayó un chaparrón de unos diez minutos.

A eso de las ocho llegó a casa un poco mojado. Su madre estaba preparando unas sopas de ajo, mientras su padre Luis volvía de la resina después de un duro día de trabajo. Cuando María le vio de esa guisa, le dieron ganas de plantarle una bofetada, pero se reprimió y pensó “sólo es un niño”, castigándole al día siguiente a ir con su padre a la resina.

Cuando amaneció su padre le despertó con tiento, le dio un chusco de pan y queso para el almuerzo y se lo llevó a la faena. A Manuel no le acababa de disgustar hacer ese trabajo. En realidad estaba en el bosque donde él siempre disfrutaba tanto. Una vez que llevaron toda la resina a las cubas, recogieron sus enseres para regresar a casa. Estaba anocheciendo en el bosque, cuando escucharon un ruido como si les estuvieran rodeando. Aparecieron cuatro hombres de entre la maleza. Uno de ellos agarró a Manuel, mientras otro, que parecía el cabecilla le dijo a Luis:

-“Compañero, no te asustes, sólo tenemos hambre….Haremos una cosa..Tráenos una hogaza de pan y te devolveremos a tu hijo, y no sufras por él, que le vamos a cuidar bien”.

Manuel estaba por supuesto asustado, pero a su vez sentía cierta tranquilidad al ver los ojos de su padre que le transmitía sosiego, quizás, porque no veía una amenaza real en esos hombres que simplemente estaban pasando penurias, y que además de alguna manera compartían ideas.

Mientras su padre marchaba, ellos comenzaron a andar hacía una gruta, que ni Benito, ni él habían descubierto nunca con sus juegos. Se quedó fascinado al ver que allí se escondían unas catorce personas. Todos le acogieron con cierta ternura, de hecho sabían que se trataba del hijo de Luis.

Al cabo de dos horas apareció la esperada hogaza de pan y así el padre pudo recuperar a su hijo.

Pasó el verano, y todo transcurría con normalidad. Era una noche de otoño cuando Manuel, Miguelín, María y Luís se acababan de comer las castañas que María había preparado en el hogar, cuando traquearon la puerta. Al abrir, María se quedó blanca como la nieve. Dos militantes falangistas, altos como torres, venían a por Luis para darle el “paseillo”. Al oír a su madre gritar y llorar desesperadamente, Manuel tenía la sensación de que nunca más volvería a ver a su padre.

Bethlehem Martinson


************


ESPERANZA Y DESESPERANZA DE ESPERAR

Entramos, la luz es tenue y miramos hacia arriba. El metal carcomido, los agujeros sucios, el frío suelo. Hemos oído historias pero no queremos creerlas, hemos visto cosas pero nos negamos a asumirlas. El olor impregna toda la estancia, es asfixiante pero más aún por las imágenes que alumbran nuestra imaginación.

Nos han privado de toda libertad, dignidad e incluso ropa y nuestros cuerpos desnudos, antaño feudos de placer, se han convertido en figuras frágiles y temblorosas.

No me importa lo que hayan hecho mis antepasados, no me importa lo que harán mis hijos. Me ha tocado vivir este momento de la historia y yo soy inocente de los crímenes de mi familia, de mi cultura.

Quiero salir de aquí y ver amanecer, mirar al cielo y sentirme libre. Ojalá fuera un pájaro y pudiera emigrar allá donde la vida es pura, sin complicaciones políticas que nadie entiende, excepto los miserables que tienen poder.

Poder y locura es lo que nos aguardaba el aciago destino. Nuestra generación estaba marcada. ¿Por qué?, ¿qué hicimos para merecer este castigo de muerte? Las respuestas nos la dará un ser supremo en otra vida o simplemente quedarán escritas en nuestro epitafio para siempre.

Se apaga la luz y gritos ahogados inundan nuestro ánimo, es el fin…

Afortunadamente somos útiles para estos fanáticos, para estos zombis asesinos que soportan el hedor a muerte con una sonrisa.

Los agujeros derraman agua. Un líquido que me parece maravilloso en este momento. Me purifica y me llena el alma de ilusión.

Es la esperanza y desesperanza de esperar en Auschwitz, pero… ¿por cuánto tiempo?

Lewis M. Santa Claus-Green


**************


Sigue tu destino,

riega tus plantas,

ama tus rosas.

El resto es la sombra

de árboles ajenos.

La realidad

siempre es más o menos

de lo que nosotros queremos.

Sólo nosotros somos siempre

iguales a nosotros mismos.

Suave es vivir solo.

Grande y noble es siempre

vivir simplemente.

Deja el dolor en las aras

como exvoto a los dioses.

Mira de lejos la vida.

Nunca la interrogues.

Ella nada puede

decirte. La respuesta

está allende los dioses.

Mas serenamente

imita al Olimpo

en tu corazón.

Los dioses son dioses

porque no se piensan.

Fernando Pessoa (invitado especial a la sesión)

domingo, 31 de enero de 2010

cuentos del 11.11.2009


Palabras: verdad, tartamudo, cata, polvo, luna, vino, támpax, escoliosis, Júpiter


LA ESTRELLA FALLIDA

Admirando el cielo que anunciaba el crepúsculo, empecé a divagar sobre el propósito por el que yo me hallaba en este magnífico universo. No pude, por el momento, encontrar la respuesta, y me cubrió la penumbra.

La verdad es que es un mundo extraordinario en el que perderse y que todavía no he llegado a entender. Es tan impresionante y envolvente que te puede llegar a dejar tartamudo. Lo ideal sería hacer una cata de cada uno de los elementos que componen esa majestuosa oscuridad adornada de polvo cósmico

Era una noche de luna llena de Agosto cuando me sobrevino un pensamiento un tanto extraño….qué será de aquellos luceros cuando agotan su energía. Las constelaciones se agolpaban en la bóveda celeste ante mis ojos, entre ellas se encontraba la reciente descubierta Támpax, que podía ser vista teniendo como referencia la posición de la estrella Escoliosis, situada justo a la izquierda de la estrella del norte.

Júpiter me observaba y yo caía bajo su manto, abatida por el rey de todos los dioses. Entonces me di cuenta… a pesar de ser una estrella fallida, este gran planeta tiene un magnetismo especial que me lleva a imaginar cómo sería un sistema solar binario. Y si ese planeta, que era uno de los más importantes de nuestro universo, a pesar de ser una estrella malograda podría conseguir con un simple ”encendido” crear nuevas formas de vida , porqué una persona no se iba a sentir como parte más o menos importante dentro de este gran circo que es la vida.

Bethlehem Martinson


**************


PRIMOS

¡Qué vista tan maravillosa!

Desde luego que lo era, pero había que bajar a tierra firme. Normalmente no nos gustan los topetazos cuando debemos darnos cuenta de algo, preferimos un golpe amortiguado. Pero después de la experiencia, habría sido mejor un buen hostión antes de pasar tantas penurias.

Ellas lo sabían, no iba a ser fácil. Se pusieron en marcha y la de negro se plantó en el suelo cual zanahoria clavándose el tampax hasta el útero. Al llegar abajo diría que eran pinchos que le molestaban.

Momentazo estelar para la cabra humana que dejó, no sólo su huella, sino parte de sus suelas por el camino.

El repartidor de embutidos aún sigue buscando “lo que el viento se llevó”.

El vasco no se quedó atrás gracias a la amabilidad de la cabra, porque si es por él aún estamos esperando a que recobre el resuello. Quería llevar arena pero a cambio llevó una mochila llena de piedras. Sería nostalgia.

El pantalón fucsia se convirtió en el arco iris tras aprender a caminar como gato panza arriba. Ella lo tenía claro, el bucólico paseo por el campo se lo podían haber metido por el culo. ¿Qué coño pintaba ella en aquel lugar? Después de sufrir torceduras, resbalones, arañazos, cortes en las manos y pedir a Júpiter, a Saturno, a la Luna y a su puta madre que terminara aquel calvario, vio como su columna iba sufriendo una escoliosis galopante.

Aunque para galopante el espejismo que llego a sufrir alguna cuando creyó que aquel mar de piedras se había convertido en un rápido. Y desde luego que bajó rápido, tanto que se le metió polvo hasta en el duodeno.

Al llegar abajo éramos un grupo de tartamudos dando gracias al idiota que quería andar y luego se fue en un BMW.

Curamos nuestras heridas con un buen vino y…

…de verdad ¿a quién no le apetece repetir?

Lewis M. Santa Claus-Green


*************


TANTAS COSAS

Tantas cosas cambiaría, si yo fuese ministra o conductor de autocar, tantas cosas cambiaría. De nada sirve quejarse, la verdad, si una no actúa. Pero una se acomoda, hace como otros y acaba adoptando una postura escoliosística que no veas. ¿Por qué nos reímos cuando una persona tartamudea? Si nos secamos con toallas limpias cuando estamos limpios, ¿Por qué lavamos las toallas? Un profesor mío que tuve en secundaria solía relatar que las personas cambian de mayores y entonces se arrepienten de no haber aprovechado más el tiempo, o mejor, vamos, de no haber estudiado más. ¿Por qué no fabrican los támpax de color rojo? Y la caja negra, ¿Por qué no fabrican los aviones del mismo material y así no fallecería tanta gente?

Los ensayos son tan literarios como las novelas, pero sin embargo no los llaman definitivos, es porque quizá sean un punto de rugby.

Dicen que el polvo del universo es una prueba que demuestra que el Big Bang fue una gran follada. Además, los planetas responden a nombres griegos sacados de los días de la semana, Júpiter, jueves, ¿o fue al revés?

Yo cambiaría, la forma del concurso por palabras a concurso por concepto o ideas. O las estaciones, o el frío, quizá también quitaría los perros de Edu o las palabrotas de Alicia, las caras impasibles de Rubén, las carcajadas fuera de tono de Natalia, los rizos de la Belén, el sueño de Luismi, los vestidos de Cata o que Irene no llegue a la altura de la mesa.

Y si los políticos tuviesen que ir a la cárcel por cada mentira mi amigo de Madrid se convertiría en profeta. A él le gusta brindar con vino del caro cada vez que tenemos luna llena, de esta manera puede seguir soñando. Sin embargo, en uno de los capítulos de El Principito, éste llega a un planeta desconocido donde el único habitante es farolero y dado que el planeta es minúsculo (¿no será un asteroide?) el día y la noche tardan en sucederse unos segundos y el pobre hombre no se dedica a otra cosa que a encenderlo y apagarlo. Pues eso, pobre hombre, pobre vida, él seguro que diría: TANTAS COSAS CAMBIARÍA . . . Me recuerda a un personaje de una serie donde tiene que introducir unos códigos en una computadora cada cierto espacio de tiempo y nunca puede dormir ocho horas seguidas, por ejemplo, y ya debería de haberse vuelto Lock, digo loco.

Edward Castle


*********************


ÉL Y ELLA

Él era alto, moreno, inteligente, atractivo y algo tartamudo.

Ella era guapa, culta, con carisma, cara de ángel y un poco de escoliosis.

Era un jueves por la noche. Él pensó, esa misma mañana, que era la noche perfecta para ir a la exposición y la cata de vinos que se celebraría después.

Ella lo tenía decidido desde hacía ya una semana.

Él aparcó su coche a dos calles del edificio Mapfre.

Ella fue andando, disfrutando de la noche, de la luna y de la excelente temperatura que ofrecía aquel mes de octubre.

En la exposición no había nadie. Quizá era demasiado pronto. Ella observó, largo tiempo, un cuadro de Júpiter y, la representación del polvo cósmico, la dejó impresionada.

Él le descubrió a ella en el fondo de una sala desierta y quedó, por un momento, paralizado.

Ella intuyó que había alguien y se giró para mirar pero, sólo alcanzó a ver la ilusión de un cuerpo que se esfuma.

Él ocupó un lugar privilegiado para verla a ella, sin que ella, pudiera verlo a él.

Ella le buscó y, le encontró detrás de una columna, como un niño que juega al escondite y espera no ser descubierto.

Ella y él se miraron a los ojos y, sin hablar, se dijeron todo aquello que llevaban dentro. Él le ofreció su mano y ella la agarró con fuerza. Los dos corrieron y se adentraron en una sala a oscuras por una puerta privada. Ella pensó si aquello estaba sucediendo de verdad y él tuvo que pellizcarse varias veces para comprobar que no estaba soñando.

Ella tiró el bolso al suelo y se le cayeron los tampax.

Él se quitó la chaqueta y los zapatos al mismo tiempo, demostrando una habilidad extrema.

Ella le quitó la camisa con lentitud pero sin pausa.

Él recorrió su boca y su cuello descubriendo, a tientas, su cálido y acogedor cuerpo.

Ella hizo lo mismo, explorando cada rincón, impregnándose de su olor y haciéndolo suyo.

Y así, de esta manera, en aquel lugar y en ese instante, ambos se amaron y disfrutaron de un polvo que recordarían el resto de sus vidas.

Alice Verger

domingo, 22 de noviembre de 2009

Cuentos del 5.11.2009



Palabras: galbana, Belén, espartano, carisma, saliva, polar, circense, dantesco


UN JUEVES CUALQUIERA

Aquel jueves, Alicia y Belén salieron del cole al mediodía, y se dirigieron hacía el bar del pueblo donde solían parar a comer cada día. Cruzaron las cuevas del rodeo, ya que habían decidido ir caminando a propuesta de Alicia, que últimamente había desarrollado una gran afición por el senderismo.

Nada más llegar al pueblo, un albañil para impresionarlas empezó a realizar increíbles números circenses. Acostumbradas como estaban al repertorio de piropos del mundo de la construcción, tales como: “Eso es carne y no lo que echa mi madre al cocido” o “Te voy a hacer un traje de saliva”, aquello les resultó un tanto dantesco, y al mismo tiempo enternecedor.

Una vez hubieron dado cuenta del copioso yantar, Belén le dijo a Alicia: Tengo una galbana que no veas, y todavía tengo que escribir el cuento. Yo lo tengo casi terminado – respondió Alicia – sólo me falta una palabra por acoplar, de hecho tengo que ver a Edu para preguntarle si su perro se va a llamar Espartano, no sea que dupliquemos y luego digan que hemos copiado.

De regreso al cole, encontraron a Luismi en el patio, el pobre tiritaba ostensiblemente. ¿Qué te pasa, Luismi? - preguntaron al unísono. Nada – contestó éste – simplemente he olvidado poner cayena en el preparado de sirope y si me quito el forro polar me da algo.

Tras dos horas dando vueltas al colegio buscando a Edu, que como de costumbre estaba ilocalizable, Alicia y Belén vencieron la galbana así como Luismi el frío. Y,

por fin, allí estaba él robando conos del aula de educación física para jugar al volley playa. Perdona que te molestemos compañero, pero queríamos preguntarte cómo se llama tu perro de esta semana, por aquello de no duplicar y esas cosas. Lo siento, pero no voy a poder ir a la sesión de hoy, me temo que tengo que ahorrar. ¿Y eso? – preguntaron los tres. Pues mirad, ayer estuve viendo unos capítulos de “Planeta Finito”, y cuando llegué al de Liverpool, me quedé un poco planchado con el costo de la vida. No jodas, dijo Luismi, eso significa que tenemos que ahorrar para el puente de diciembre, ¿en serio que allí es tan cara la vida?

Edu resopló y con cara de resignación remató: “carisma”

Reuben Ferdinandson

******************


301

¡¡Espartanos, retroceded!! Apenas se escuchaba por encima del tumulto y de los golpes contra el metal la voz de su jefe. De nuevo, ¡¡Espartanos, retroceded!! Pero ni puto caso, ni la voz poderosa ni el coraje de un rey podían frenar aquel tumulto de cuerpos enzarzados en tan cruento encuentro.

Leónidas regresó cabizbajo al punto de reunión acordado, arrastrando su escudo y lamentándose de su falta de carisma.

- ¡Efialtes! El último monstruo que esperaba encontrarme. ¿Qué haces aquí? Querías ser el guerrero 301, ¿y no luchas con tus hermanos?

- ¡Oh, mi rey! Te observo abatido y me pregunto si es por depresión o galbana que así te hayas.

- ¿Pero qué dices, mamarracho? ¿Acaso no ves que la tropa anda desmandada y desoye mis órdenes? ¡El espectáculo es dantesco! Hombres desmembrados desde el cuello a las ingles bailando el cha-cha-chá. Los miembros de mi guardia personal, los más temidos, tirados por tierra descuajaringados. ¡Menudo belén! ¡Cuánto desperdicio!

- Ah, Leónidas, ya te avisé, pero tú no quisiste escucharme. Las mujeres se sumaron al ejército enemigo y así no hay quien luche. Más que la guerra, parece un espectáculo circense, y es que he visto cada contorsión…

- Anda, límpiate la saliva, que estás manchando el casco.

- ¿Y qué piensa hacer mi rey para dar solución a este desaguisado?

- Me temo, amigo Efialtes, que no hay solución posible. He luchado contra los hombres más feroces, contra los animales más voraces, inclusive contra un oso polar -y eso que nuestros expedicionarios todavía no han alcanzado el polo-, pero jamás fui capaz de enfrentarme a una mujer, ¿Cómo podríamos pues vencerlas unidas?

- ¿Luchando junto a ellas?

Carmen Abbey

*********************


BELÉN DETECTIVE

La galbana se apoderó de Belén y, el sofá, le agarró fuerte entre sus brazos. La tila y el polar hicieron el resto. Ella se dejó hacer y cayó en la profundidad de un sueño breve pero reparador.

Cuando despertó, se sintió mucho mejor. Se dio una ducha rápida y se fue a trabajar.

El caso que hoy le ocupaba era habitual. Una mujer sospechaba que su marido le engaña.

Buscó en su bolso y encontró la documentación. Examinó con detenimiento la información, así como, la foto del sujeto. Se llamaba Raúl Espartano Díez y tenía cuarenta años. Trabajaba para una empresa de suministros de oficina y llevaba diciéndole a su mujer, los dos últimos meses, que tenía que asistir a un cursillo de formación en Albacete.

La mujer estaba totalmente mosqueada y, en la entrevista que mantuvo con ella para presentar su caso, le dijo que, de formación, nada de nada, que su marido estaba con otra y, que no tenía ni carisma, ni corazón, ni huevos para decírselo. Lo dijo llorando, medio gritando y con la saliva salpicando el escritorio. Estaba rabiosa.

Belén se dispuso a seguir al sujeto en cuestión. Condujo hasta la calle “Héroes circenses” y aparcó en el lugar perfecto. Esperó pacientemente. A la media hora, el hombre salió del portal número 23 y se fue hacia su coche, un Opel Vectra blanco.

Belén siguió al tipo. Efectivamente se dirigía a Albacete. Cuando llegó, metió el coche en un parking y fue directo a un bar. Allí le estaba esperando una mujer que, nada más verle, se levantó, dejando caer el periódico y un boli sobre la mesa. Se saludaron con un beso largo y efusivo. La pareja habló y rió durante una hora larga. Después se marcharon andando, más que agarrados, pegados uno al otro.

Belén tenía ya suficientes fotos que corroboraban la hipótesis del caso, así que, dio su trabajo por concluido. Antes de marcharse, se acercó a la mesa y cogió el periódico que había abandonado la mujer. Mientras esperaba estuvo haciendo un crucigrama. Sólo le quedaba una palabra por rellenar. Belén leyó: “que inspira terror”. Estaba claro. Era “dantesco”.

Alice Verger

*********************


LA ÚLTIMA GOTA

18 de agosto de 2010

Hoy hemos llegado al pueblo de mi padre. He notado cierta frialdad en su tono pero en realidad quería reprimir la tristeza que le producen los recuerdos. Aquí vivió sus mejores años, rodeado de los suyos.

Cuando hemos puesto todo en su sitio, mi madre se ha animado a limpiar y nos ha echado de casa. Así que mi padre ha decidido enseñarnos el pueblo, o lo que queda de él. Durante el recorrido no ha sido el mismo, él siempre está bromeando y con ese carisma que lo hace tan especial.

19 de agosto

Me he levantado con el canto de los pájaros y el sol bien alto. La ducha no funciona así que hoy me la salto.

Cuando he llegado a la cocina mi boca se ha llenado de saliva al ver el desayuno que nos ha preparado mi madre. Sentados en la terraza de la segunda planta, hemos disfrutado de los manjares rodeados de unas vistas excepcionales del entorno. Excepto mi padre, que se ha sentado de espaldas a lo que a mí me parece un regalo para los ojos.

Al fondo se extiende una llanura enorme y árida, así que me decido a interrumpir la conversación: - ¿qué había ahí? – pregunto. Él, sin girarse siquiera, me contesta con desánimo: - lo que no hay -.

Tras el suculento tentempié desempolvamos las bicicletas (un poco espartanas) que hay en la cuadra y las preparamos para dar un largo paseo, sin embargo mis ojos siguen persiguiendo aquella planicie.

20 de agosto

Hemos visitado los pueblos vecinos y, por fin, se le ha dibujado una sonrisa en su rostro. Nos ha contado historias divertidísimas, además los apodos que se ponían eran increíbles. Por ejemplo, había una tal Belén a la que llamaban “la colonias”. Pero no era por los perfumes que se echaba sino porque era tan cochina que los parásitos hacían verdaderas colonias en su pelo.

21 de agosto…

22 de agosto…

23 de agosto

Ha sido nuestro último día en este maravilloso lugar. He podido descubrir nuevas facetas de mi padre al enfrentarse con sus recuerdos. Sin embargo hay un secreto que espero poder sacarle mañana, antes de irnos.

24 de agosto

Hemos recogido todo y cargado el coche. Mi hermano quería salir pronto porque le han invitado a una barbacoa por la tarde. Sin embargo mi padre le ha advertido que llegará a los postres porque hay algo importante que debe contarnos.

Al acercarnos pude ver la verdadera magnitud de aquel lugar. Nos sentamos a almorzar bajo un árbol y mi padre cerró los ojos antes de empezar.

“Aquí había un lago, era de origen glaciar y el más grande de Europa. Cuando era niño venía a bañarme. Sus aguas eran cristalinas y en invierno podías patinar y hacer piruetas circenses. Siempre había buena pesca y protegía las cosechas de las heladas. Era un lugar maravilloso donde pasar los días de galvana.

Pero en esta vida, la alegría dura poco en la casa de los pobres. Llegaron multinacionales a comprar el agua porque tenía propiedades curativas. Nuestro alcalde no sabía de números, pero sí de lujos y aceptó.

Esto se lleno de máquinas, de ruido y de humo. El espectáculo era dantesco. En diez años los peces perdieron su espacio para vivir y cinco años después estaba seco. Nuestro lago polar, como le llamábamos, había desaparecido para siempre”.

Recogimos y nos montamos en el coche. Mientras nos alejábamos, algo me rozó la cara, era agua. Tal vez la última gota de un lugar maravilloso.

Lewis M. Santa-Claus Green

******************


LA GRAN AVENTURA

Unos grandes aventureros, concretamente ocho vividores que se conocían de quedar a tomar unas cervezas y jugar a ser escritores, ansiaban ampliar sus horizontes vitales y decidieron subir a bordo de un avión sin destino determinado.

Estando plácidamente relajados en sus asientos, empezaron a notar unos temblores inusuales, eran turbulencias. Todo empezó a moverse, el carrito de las azafatas se tambaleaba de un lado a otro del pasillo central. Las mascarillas se desprendieron del techo, y finalmente, tras un aterrizaje forzoso, llegó la colisión.

De esta manera se encontraron en medio de una isla, cuyo nombre no conocían, pero según la espléndida orientación de uno de los pasajeros , llegaron a la conclusión de que se trataba de una isla cercana a Santa Polar.

A pesar de la cercanía de la costa, era totalmente imposible mantener contacto con el mundo exterior, ya que, no se sabe muy bien cómo, se abrió una gran brecha en el mar acabando con cualquier tipo de esperanza posible. Intentaron de todo: no captaban señal de radio, hicieron señales de humo, etc… hasta que la galbana se apoderó de ellos. Una cosa tenían clara, debían intentar sobrevivir hasta que se les ocurriera algo.

De pronto apareció….un oso polar!!!, sí como lo oís. Esta situación tan dantesca hizo que todos huyeran aterrorizados, excepto Luismi , que por su condición de vasco perdido, actúo cual Espartano atrapando a la enorme fiera. Al ver a aquel animal, Eduardo no pudo evitar el salivar, ya que últimamente, no se sabe por qué extraña razón, tenía un hambre voraz.

Mientras tanto, Belén estaba preocupada por entretener al grupo con un espectáculo circense utilizando unos erizos de mar para hacer juegos malabares, y así por lo menos poder sobrellevar mejor la dramática situación.

Otras dos féminas , Alicia y Natalia, decidieron hacer algo más útil, por lo tanto se afanaron en explorar la isla y averiguar un modo de salir de allí. Que mejor manera de hacerlo que subiendo a las colinas más altas del lugar, para tener una perspectiva más clara de la situación en la que se encontraban. Para ellas fue muy fácil llegar a las altas cumbres, puesto que eran unas alpinistas preparadas para eso y mucho más.

Otros miembros del grupo, Carmen y Rubén comenzaron a construir una especie de artefacto volador, partiendo de hojas de palmera y algas marinas. Aquello, por supuesto fracasó, por lo tanto decidieron pedir ayuda a la chica con más carisma del “equipo”, Irene.

Pero ella estaba totalmente ida en ese momento. Perdió la consciencia durante dos minutos y diecisiete segundos. Cuando recobró el sentido estaba tan nerviosa que la única manera de calmarla fue imitar a Martes y Trece con los que tanto había disfrutado en su tierna juventud.

Finalmente, se produjo un resplandor indescriptible en toda la isla. Cuando abrieron los ojos, se dieron cuenta de que todavía estaban en el avión, y que todo había sido un sueño.

Bethlehem Martinson

*****************


NUBE POLAR

Dejó la taza de té vacía sobre la mesa de mimbre y se reclinó en aquella mecedora de tres plazas, mullida y acogedora. Se sentía en una nube, aquel atardecer de mayo, con el sol calentando sus piernas descubiertas y sus hombros tostados. Se bajó los tirantes para recibir más.

Belén dejó de pensar para así concentrarse en lo único, lo mejor, AQUEL MOMENTO. La galbana la envolvió de abajo a arriba, de fuera a adentro, mientras con un esfuerzo espartano intentaba alejar el sueño.

Tirando al suelo el libro que había estado leyendo (“CARISMA”, a quién le importaba ahora eso), se echó en el columpio balanceante y se dejó llevar.

Pero entonces, entreabriendo los ojos…dios mío, ¿qué era aquello? ¡No era posible! ¡Un oso polar en su jardín! .A sólo unos metros, echado sobre sus cuatro patas, estaba el oso. Su corazón se contrajo y su piel se erizó, pero algo en los ojos del animal circense la fulminó. No había en ellos ni el más mínimo signo de agresividad, de intención de atacar. Lo que le transmitían, de hecho, era amor, puro amor, natural y vital.

Su primer impulso fue ir a acariciarlo, pero el oso tomó la iniciativa y se levantó, se empezó a acercar, con pasos delicados, con los ojos fijos en sus ojos. La sangre corría a borbotones por las venas de Belén, la naturaleza se estaba aproximando a ella, la naturaleza en su esplendor. Y la naturaleza hizo el resto. Con su gran lengua el oso le lamió los pies lentamente, dejando un resto de saliva brillante y húmedo. La cabeza del coloso se agachó, y con su pelo níveo le recorrió las piernas. Le lamió las corvas y creyó entonces que se desmayaría, que se desvanecería en la nube que la acunaba. Cogió la cabeza de la divina bestia, que se adentraba cada vez más en su interior, eran una sola cosa, se comprendieron sin falta de palabras. El sexo mojado recibió con aceptación pactada la lengua grande y dulce que los convirtió en imagen dantesca y divina de aquel instante mínimo en la historia del cosmos.

Natalie Hernandson

*********************


EL PROCESO

“Galbana, Galbana, ven aquí”. Belén correteaba por el patio detrás de su iguana. La semana anterior había sido su cumpleaños y sus compañeros de celda habían hecho un esfuerzo sobrehumano para conseguirle tan ansiado animal. Planeto a planeto consiguieron reunir el dinero suficiente y darle una alegría, entre tanta miseria.

Desde que habían ingresado en la cárcel, la vida de Belén y sus amigos había dado un vuelco. La llegada del invierno y el frío polar del ártico causaba en ellos una desazón que nunca habían experimentado. Estaban tan sumidos en la desesperación que a veces no conseguían tragar saliva. El régimen espartano al que les sometían había minado el carisma del grupo y los llevaba por caminos que desembocarían probablemente en una situación dantesca.

Todos pasaban las mañanas en silencio, sin atreverse a hablar o a comentar nada de lo sucedido. Ni siquiera los cursos de animación a la lectura o de iniciación a técnicas circenses que se ofertaban en la cárcel les interesaban: nada hacía que salieran de su mutismo. Ninguno quería recordar aquella noche en que sus vidas quedaron truncadas para siempre.

Aquella noche en que apareció un señor de negro. Entre cervezas, papeles y risas no se percataron de su presencia. Al cabo de diez minutos, el misterioso hombre se les acercó, con una grabadora en la mano. “¡Aha! Con que contando cuentos. ¿Dónde está vuestra licencia? ¿Quién os paga las cervezas? ¿A qué autores habéis plagiado? Quedáis detenidos por orden de la SGAE.” De repente, salieron tres policías de incógnito que maniataron a los ocho amigos de forma brusca. “Tienen derecho a permanecer en silencio. Cualquier…”

Nunca nada volvió a ser como antes.

Irene R. Berry

******************


MUJERES AL BORDE

Las personas resultan realmente sorprendentes en algunas ocasiones. He aprendido mucho de ellas, recuerdo una ocasión en que un par de amigas . .

Yo no tengo ni saliva, ¿tú tienes saliva?, a mí hace tiempo que se me acabó el agua, ¡cojones con la sierra de Crevillent!, si lo sé me voy al Círculo Polar, qué lista ha sido Belén quedándose en su casa, y gandula también, claro. Oye, Natalia, no te parece que esto es hacer “el galbana”, estás imprimiendo un ritmo espartano, me lo parece a mí, te lo parece a ti, joder no dices nada.

Esta Alicia tocapelotas no hace más que decir tacos, no sé lo que le pasa este año. Su forma de desplazarse entre las rocas junto a esos pantalones fucsia del mercadillo le dan un toque circense a la sierra. Mañana llamo a mis coleguitis de Elche y me las llevo a la Sala Carisma a tomarnos unas copichuelas y a olvidar este mal rato con la petarda esta.

Aquellas dos valientes excursionistas sacadas de una película del Almodovar venido a menos trataban de subir una pendiente sin conseguirlo, el perro que las acompañaba, un cruce de Escroto y Cloroplasto, ya ni las seguía. Se encontraban al borde y se preguntaron que si caían tampoco importaba mucho, se dieron un profundo beso en los morros, qué lastima haberse conocido tan tarde. Lo peor era que no sabían si caerían en el término de Albatera o de Crevillent, oh!, desidia, desidia, aaa, aaaal borde del barranco.

Bueno, qué tal si nos hacemos unas birras en un bar que he visto en el pueblo, Tapas Dantesco creo que se llamaba, sííííííí, vamos!, dijo una voz chillona.

Moraleja: no vayas al borde de la exasperación.

Edward Castle

Cuentos del 29.10.2009


Palabras: borrico, rayo, cántaro, animadversión, oler, chungo, ignominia



LA RESPUESTA ESTÁ EN EL VIENTO

“¡Qué ignominia!”, “¡Mal rayo le parta!”,”Al muy borrico no se le ocurre otra cosa que bombardear un país”. Estas y otras lindezas sobre mi persona son las que tuve que escuchar la otra tarde, cuando ataviado con mi peluca y mis gafas de sol, salí a echar la partida de poker al bar del pueblo. Me estoy cansando de tanto garrulo, no comprendo de dónde sale esa animadversión hacia mí, ¡Cuánta exasperación, total por cuatro bombas!

Desde que la prensa escrita llegó a Texas, no hay quien pase unas vacaciones tranquilo, ¡No me jodas! Con lo bien que estaba yo aquí todos los veranos, con mis terneros, mi piscina, la barbacoa, la partidita después de comer, y siempre siendo objeto de admiración de mis paisanos; tener uno del pueblo que llega a presidente siempre tiene su prestigio, aunque en mi caso, ya lo fue mi padre, que obviamente también es hijo del pueblo. Pues ya no, al populacho le ha dado por opinar de política internacional, y me he convertido en el personaje más chungo del planeta. Sin ir más lejos, el otro día, el tío Eduardico (uncle little Edward) me tiró un cántaro a la cabeza cuando partía hacia Dallas a hacer la compra de la semana en el super. Y la cosa no queda ahí: he oído que en Villarriba (upper-village), ha salido alcalde un rojo del mismo partido que un negro que dice que puede llegar a la Casa Blanca. Así que no me queda más remedio que ir de incógnito incluso a misa de los domingos, aunque creo que los escoltas disfrazados de beatas plañideras dan un poco el cante, vamos que en el pueblo se lo están empezando a oler.

Lo dicho, el próximo verano lo pasaré en Quintanilla de Onésimo, provincia de Valladolid. Un amigo me ha invitado y dice que allí el pueblo pasa de todo, que le quieren mucho y no hablan de política. Aunque ahora que lo pienso, he oído comentar que anda un poco flotando en el aire, y es que ya lo decía Bob Dylan: “The Ansar, my friend, is blowing in the wind”.

Reuben Ferdinandson


************************


¡QUÉ CHUNGO!

Las luces habían dado paso una vez más a la soledad más infinita, la que deja el rastro de las risas en el recuerdo, el color de las luces sobre la pista, los aplausos eternos en el oído, el llanto de alguna niña asustada, el movimiento pesado y grácil de los elefantes, el temor al rey de la selva y a la ágil reina que lo eclipsa en la escena. Las luces fueron absorbidas por la noche y solo el borrico quedó junto a la carpa.

El borrico soñaba, soñaba despierto.

La casa viajaba a la deriva impulsada por las olas; arrancada de cuajo de sus cimientos por un tornado ciclópeo y con un asno sobre la techumbre que nadie se explicaba cómo había logrado llegar hasta allí. El pollino en cambio viajaba cómodo sobre sus cuatro patas, convencido de que su aventura había de inscribirlo en la crónica reciente de la historia. Estiraba el cuello para dejarse fotografiar y afianzaba sus cascos sobre el techo a fin de parecer más grande, más esbelto, y no perder el equilibrio. Así pensaba, saldría mucho más favorecido en las imágenes que a buen seguro recorrerían el mundo retratando su momento estelar. Únicamente la soga al cuello le hacía perder un tanto la sonrisa, pues delataba su baja condición. Mas aquel nuevo logro, su único y exclusivo hito animal, le redimiría de toda su anterior existencia, borraría toda ignominia y animadversión sufrida durante milenios por él y los de su género; destruiría como rayo poderoso los prejuicios cargados a cántaros de agua y latigazos sobre el lomo, y le abriría las puertas de los mejores circos del mundo. Ya podía oler la gloria y escuchar a las masas enardecidas coreando su nombre. “¡¡Bo-rri-co! ¡Bo-rri-co!!” gritaban exaltados, aclamándolo antes de salir a pista. Él aparecía humilde, apenas laureado con una guirnalda de jazmines, y transportaba bultos de aquí a allá como si tal cosa, pues el acto no entrañaba dificultad alguna y sí en cambio un grato homenaje a todas aquellas generaciones de jumentos que le habían abierto el paso para llegar hasta allí.

Aquella noche las luces del circo brillaron como lágrimas perdidas en el vasto desierto de la ilusión. Los payasos, trapecistas, bailarinas, acróbatas, técnicos..., lloraban la muerte del útil y servil borrico: amado, ahogado helado, en la amplitud de su triste gloria.

Carmen Abbey


*******************


EL VIAJE

El autobús había vuelto a parar. Eduardo empezó a hacer cálculos mentales sobre la distancia recorrida en tiempo real y la prometida por el vendedor de billetes.

- “El autobús tarda unas tres horas”, le había dicho el muy borrico.

Sí, sí tres horas. Llevaba ya cuatro y, todavía, ni había llegado. Ya no sabía ni cómo sentarse.

- “Chungo”, dijo en voz alta y pensó: “a la vuelta hago autostop”

Por fin llegó a su destino, un pequeño pueblo en medio de la montaña. Cogió la mochila y bajó del autobús. El viento le pegó en la cara. Diferentes fragancias captaron su atención sin poder decantarse por ninguna de ellas. Olía a pino, a tierra mojada, a plantas aromáticas y a comida. Esto último le hizo decidirse y entró en la tasca de la plaza. El azar quiso que, al dejar la mochila en el suelo, un cántaro situado justo al lado se tambalease, con tan mala fortuna que, finalmente, cayó al suelo rompiéndose en pedazos. A pesar de pedir disculpas varias, ofrecerse a repararlo o pagarlo, el tabernero no atendió a razones. Estaba tan enfadado que le hizo sufrir ignominia pública al contar, a diestro y siniestro, lo acontecido con el dichoso cántaro y rematarlo con la frase: “forastero tenía que ser”

Eduardo se comió el bocadillo de tortilla que había pedido. Estaba seca y fría pero, no dijo nada. No estaba el horno para bollos. Salió de la taberna diciendo: “adiós, buenas noches” y el tabernero le miró con ojos turbios. La animadversión era evidente.

“Chungo”, pensó Eduardo. “¡A esta tasca no vuelvo!”

Caminó por las calles y encontró a un lugareño al que preguntó por la dirección de la única pensión que, al parecer, había en el pueblo.

- “La pensión dices. ¡Ay, majo! Aquí no hay pensión. Cayó un rayo el mes pasado y se quemó enterita.”

El viaje no había empezado bien pero Eduardo no era de esos que se rinden fácilmente.

“Esto se me pasa con una cerveza”, pensó y entonces preguntó al hombre:

- “¿Y dónde puedo tomar una cerveza que no sea la tasca de la plaza?”

- “¡Ay, majo! La tasca de la plaza es el único bar que queda abierto. En verano hay otro pero, ahora, a estas alturas de año, ya está cerrado”.

Eduardo miró al suelo. El viento soplaba formando un remolino con las primeras hojas de otoño que, giraban, dibujando un círculo perfecto.

Alice Verger


*******************


MAL RAYO ME PARTA

Puede ser una incongruencia

pero qué mejor manera,

de empezar este relato,

que con cierta prudencia.


Quizás mi esfuerzo sea excesivo

para acabar haciendo algo tan poco productivo,

pero es que la musa me ha abandonado,

cual borrico espantado.


A pesar de que la rima

me provoca animadversión,

aquí estoy como un cicerón,

intentando producir

tan mísero fin.


Creo oler el asombro en vuestras caras,

sí , es ignominia,

si alguien sabe qué demonios es

que me lo haga saber.


Ah! Se me olvidaba el cántaro,

que tras mucho darle vueltas

solo puedo rimar con tártaro.


Siento haberos hecho esperar,

he aquí el párrafo final,

disculpando mi chungo talento,

os emplazo a otro momento.


Bethlehem Martinson


*******************


CONCIERTO SACRO

Llevaban ya tres canciones y Luismi pensaba que no se iba a poder contener.

(Léase cantando como en un coro de música antigua) -IIIIGGGNNNOOOOO….- ….cantaba el coro.

Su tripa se retorcía y gruñía, el aire comprimido le oprimía el esfínter trasero. O explotaba o explotaba.

- MMMIIII…..NIIII….AAAAA…..

El pedo luchaba por salir, y él luchaba por mantener los músculos de su sufriente ano en tensión. Paró de cantar, tenía que dejar de hacer presión con los pulmones para que su vientre pudiera relajarse durante un segundo.

-¡CANTA, RÓ!, le susurró el de su derecha, un barítono de tres al cuarto. Le llamaba RO de “ROCÍN”, aunque variaba con vocablos como “rocinante”, “burro”o “borrico”. Le humillaba cuanto podía, sólo porque un día había cantado “ANIMADVERSIÓN” en vez de “ANIMA MEA VERSIO”. GILIPOLLAS, ignorante…, pensó. Ay dios, que se me sale, QUE SE ME SALEEEE.

- DEUS MEUUUUUUUUUSSSSSSS, OOOO…RAAAAA PROO NOOOOBIIIIS!!!!

No aguanto más, a la mierda. Y virando, su hueso sacro apuntando a su insultante compañero, dejó que su ojete por fin se distendiera, sus tripas descansaran y con ellas su alma. Sin ruido. FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF.

La peste se propagó veloz, como un rayo, un rayo asesino que llegó a la pituitaria de, al menos, cinco o seis de los que estaban a su alrededor. El hiriente barítono cantó, esta vez, en vez de “NIBELUNGO”…

-HUEEEELEEEEEEEE CHUNGOOOOOOOOO

Natalie Hernandson


************************


ODA A LA NEGATIVIDAD

Usted está equivocado en todo.

Sus ideas sobre usted mismo

lo que los demás piensan

está todo empañado por un fino vaho de irrealidad.

Está todo en su cabeza.


No, usted no lo entiende, doctor.

Es una ignominia constante.

Todo me huele a chungo.

Que me parta un rayo

si lo que digo no es cierto.


Usted está equivocado en todo.

Ni es usted tan borrico,

ni se aprovechan de usted

Tampoco provoca animadversión en el prójimo.

Está todo en su cabeza.


No, usted no lo entiende, doctor.

Necesito una terapia

Necesito una solución ya.

Porque nadie me ve.

¡Nadie me entiende!


Usted está equivocado en todo.

¿Por qué no prueba a escribir?

¿Por qué no fija en papel todos sus pensamientos?

Podrá así observarlos

Está todo en su cabeza.


No, usted no lo entiende, doctor.

Mis amigos escriben cuentos

Y proponen palabras que me afectan.

“Ignominia” “borrico” “chungo”

Seguro que se refieren a mí.


Usted está equivocado en todo.

Si sigue pensando así, terminará por creérselo.

En realidad, ya se lo cree.

Tanto va el cántaro a la fuente, que termina por romperse.

Tanto piensa usted que terminará por quebrarse.

Está todo en su cabeza.

Irene R. Berry


*************************


SIEMPRE JUNTOS

No había amanecido cuando el gallo cantó por primera vez. Los dos hermanos se levantaron de un salto, a la vez, como si tuvieran un resorte sincronizado. Tal vez fuera porque eran mellizos.

Les ocurrió el mismo caso que a Dani de Vito y a Arnold Swarzenegger en “Vaya par de gemelos”, sólo que ninguno recibió la mejor parte, ésta debido perderse en el proceso. Ambos eran achaparrados y con menos luces que una carretera secundaria, pero la vida en el campo tampoco era exigente para Eduardo e Irene. A él, de niño, le cayó un rayo que lo acabó de arreglar.

El progreso les había confinado en su rancho. A su alrededor fueron desapareciendo paulatinamente todos sus vecinos, devorados por la avaricia de una jubilación desahogada. La multinacional Interrailways construía una autopista que atravesaría todo el norte del país. Los dividendos que repartía eran una fortuna para los aldeanos de la zona, pero no para los dos hermanos. Ellos sólo conocían esa vida y no necesitaban más dinero. Debido a las presiones, decidieron contratar los servicios jurídicos de una abogada de relativo prestigio.

…………………………………………………………………………………………….

Cuando frenó el coche y sus largas piernas se posaron en las piedras de la entrada, los ojos de Eduardo cambiaron de color.

- Me llamo Alicia Sincaso – se presentó.

Ante el atrofismo de su hermano, Irene presentó a los dos y la invitó a pasar.

El salón estaba decorado con muebles antiguos que le daban un toque rancio pero cálido. Alicia tenía muchas dificultades para encontrar postura en aquellos sillones tan mullidos y acabo por depositar su estilizado trasero en una fría silla. Olía a café del bueno así que aceptó con gusto la invitación. Como su hermano seguía hipnotizado con las medias de seda, Irene se decidió a contar lo ocurrido.

Mientras relataba los datos y sucesos con gran precisión, Eduardo dejó caer una baba sobre la alfombra. Normalmente las pillaba al vuelo, pero esta vez la visión le abrumaba.

De repente Alicia exclamó: -¡qué ignominia!-, a lo que Irene contestó: -más bien ¡qué hija de puta!- (Se refería a Interrailways).

Irene prosiguió…

Ante la crueldad de los hechos provocados por la multinacional, Alicia demostró una gran comprensión y añadió: -con razón estas empresas provocan tanta animadversión en la gente-, a lo que Irene añadió: -a mí más bien me dan asco-.

Al ver la pasividad de Eduardo, Alicia decidió preguntarle directamente: -¿y usted qué piensa de todo esto?-.

El borrico de Eduardo, que era más simple que un cántaro, respondió nervioso: chuchuchungo-.

Alicia recogió la grabadora y se despidió calurosamente de sus anfitriones dándoles grandes esperanzas de victoria.

…………………………………………………………………………………………….

-¿Cómo estás Eduardo?- preguntó Irene preocupada.

-Chungo de verdad, pero hemos encontrado otro rancho aunque esté en mitad del desierto-.

Lewis M. Santa-Claus Green


***********************


POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS, POR TI

El perro se llamaba . . . rayo y a partir de ahí ya os lo podéis imaginar. Podríamos hablar de huertos de encinas, drogas, etc. Sin embargo, el tema que hoy nos ocupa no es baladí. La noticia con la que despertamos hace dos lunas y dos soles los vecinos de Palmeras II es que alguien había encontrado un fantástico piano ocupando una plaza del parking. Lo llamativo del hecho era que ocupara una plaza equivocada, la número seis, la del borrico del Casiveo, ese ser incomprendido en la comunidad. Para poder relacionarse con la sociedad no se le ocurre otra cosa que entonar a Sabina (pero con toda su mala uva) y dice: - A ver, gente , ¡voy a cántaro una estrófica!

La animadversión recíproca que se tenía con la dueña del piano era antológica. Ella se empeñaba en despertarle por las mañanas con su torpe ruido de teclas a sabiendas de que él se acababa de jubilar y no tenía que madrugar. Él se afanó en buscar un remedio para contraatacar, se hizo con los servicios del Luisma, pero cuando todo parecía que la lucha iba a ser eterna éste dijo: - No, no toco, ¡no sé como deciros que no toco en público, cagoendiós!, Casiveo buscó otra vía, encontró la del tren pero esa no resultaba ventajosa para el contexto. Se sintió ignominioso y pensó, capital de Georgia, capital e Georgia? Quizá nunca lo supiera, tenía el sonido del piano demasiado apegado al córtex, no quedaba otra que sacar el piano de su celda o la celda de la vecina no lo dejaría en paz.

El concierto iba a comenzar, era la segunda fiesta que otro vecino organizaba, “el mig any”, esta vez con papeles. Por fin, la indeseable pareja iba a debutar para un gran auditorio (diecisiete noctámbulos), sí, sí, sí, ya están aquí, vienen a por ti, eran el Chungo Valdés y la Concha Buika, ella se coloreó la cara y se tomó dos bourbons del trago para resultar más sufrida y comenzó: mi niña Lola . . .

Edward Castle