domingo, 31 de enero de 2010

cuentos del 11.11.2009


Palabras: verdad, tartamudo, cata, polvo, luna, vino, támpax, escoliosis, Júpiter


LA ESTRELLA FALLIDA

Admirando el cielo que anunciaba el crepúsculo, empecé a divagar sobre el propósito por el que yo me hallaba en este magnífico universo. No pude, por el momento, encontrar la respuesta, y me cubrió la penumbra.

La verdad es que es un mundo extraordinario en el que perderse y que todavía no he llegado a entender. Es tan impresionante y envolvente que te puede llegar a dejar tartamudo. Lo ideal sería hacer una cata de cada uno de los elementos que componen esa majestuosa oscuridad adornada de polvo cósmico

Era una noche de luna llena de Agosto cuando me sobrevino un pensamiento un tanto extraño….qué será de aquellos luceros cuando agotan su energía. Las constelaciones se agolpaban en la bóveda celeste ante mis ojos, entre ellas se encontraba la reciente descubierta Támpax, que podía ser vista teniendo como referencia la posición de la estrella Escoliosis, situada justo a la izquierda de la estrella del norte.

Júpiter me observaba y yo caía bajo su manto, abatida por el rey de todos los dioses. Entonces me di cuenta… a pesar de ser una estrella fallida, este gran planeta tiene un magnetismo especial que me lleva a imaginar cómo sería un sistema solar binario. Y si ese planeta, que era uno de los más importantes de nuestro universo, a pesar de ser una estrella malograda podría conseguir con un simple ”encendido” crear nuevas formas de vida , porqué una persona no se iba a sentir como parte más o menos importante dentro de este gran circo que es la vida.

Bethlehem Martinson


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PRIMOS

¡Qué vista tan maravillosa!

Desde luego que lo era, pero había que bajar a tierra firme. Normalmente no nos gustan los topetazos cuando debemos darnos cuenta de algo, preferimos un golpe amortiguado. Pero después de la experiencia, habría sido mejor un buen hostión antes de pasar tantas penurias.

Ellas lo sabían, no iba a ser fácil. Se pusieron en marcha y la de negro se plantó en el suelo cual zanahoria clavándose el tampax hasta el útero. Al llegar abajo diría que eran pinchos que le molestaban.

Momentazo estelar para la cabra humana que dejó, no sólo su huella, sino parte de sus suelas por el camino.

El repartidor de embutidos aún sigue buscando “lo que el viento se llevó”.

El vasco no se quedó atrás gracias a la amabilidad de la cabra, porque si es por él aún estamos esperando a que recobre el resuello. Quería llevar arena pero a cambio llevó una mochila llena de piedras. Sería nostalgia.

El pantalón fucsia se convirtió en el arco iris tras aprender a caminar como gato panza arriba. Ella lo tenía claro, el bucólico paseo por el campo se lo podían haber metido por el culo. ¿Qué coño pintaba ella en aquel lugar? Después de sufrir torceduras, resbalones, arañazos, cortes en las manos y pedir a Júpiter, a Saturno, a la Luna y a su puta madre que terminara aquel calvario, vio como su columna iba sufriendo una escoliosis galopante.

Aunque para galopante el espejismo que llego a sufrir alguna cuando creyó que aquel mar de piedras se había convertido en un rápido. Y desde luego que bajó rápido, tanto que se le metió polvo hasta en el duodeno.

Al llegar abajo éramos un grupo de tartamudos dando gracias al idiota que quería andar y luego se fue en un BMW.

Curamos nuestras heridas con un buen vino y…

…de verdad ¿a quién no le apetece repetir?

Lewis M. Santa Claus-Green


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TANTAS COSAS

Tantas cosas cambiaría, si yo fuese ministra o conductor de autocar, tantas cosas cambiaría. De nada sirve quejarse, la verdad, si una no actúa. Pero una se acomoda, hace como otros y acaba adoptando una postura escoliosística que no veas. ¿Por qué nos reímos cuando una persona tartamudea? Si nos secamos con toallas limpias cuando estamos limpios, ¿Por qué lavamos las toallas? Un profesor mío que tuve en secundaria solía relatar que las personas cambian de mayores y entonces se arrepienten de no haber aprovechado más el tiempo, o mejor, vamos, de no haber estudiado más. ¿Por qué no fabrican los támpax de color rojo? Y la caja negra, ¿Por qué no fabrican los aviones del mismo material y así no fallecería tanta gente?

Los ensayos son tan literarios como las novelas, pero sin embargo no los llaman definitivos, es porque quizá sean un punto de rugby.

Dicen que el polvo del universo es una prueba que demuestra que el Big Bang fue una gran follada. Además, los planetas responden a nombres griegos sacados de los días de la semana, Júpiter, jueves, ¿o fue al revés?

Yo cambiaría, la forma del concurso por palabras a concurso por concepto o ideas. O las estaciones, o el frío, quizá también quitaría los perros de Edu o las palabrotas de Alicia, las caras impasibles de Rubén, las carcajadas fuera de tono de Natalia, los rizos de la Belén, el sueño de Luismi, los vestidos de Cata o que Irene no llegue a la altura de la mesa.

Y si los políticos tuviesen que ir a la cárcel por cada mentira mi amigo de Madrid se convertiría en profeta. A él le gusta brindar con vino del caro cada vez que tenemos luna llena, de esta manera puede seguir soñando. Sin embargo, en uno de los capítulos de El Principito, éste llega a un planeta desconocido donde el único habitante es farolero y dado que el planeta es minúsculo (¿no será un asteroide?) el día y la noche tardan en sucederse unos segundos y el pobre hombre no se dedica a otra cosa que a encenderlo y apagarlo. Pues eso, pobre hombre, pobre vida, él seguro que diría: TANTAS COSAS CAMBIARÍA . . . Me recuerda a un personaje de una serie donde tiene que introducir unos códigos en una computadora cada cierto espacio de tiempo y nunca puede dormir ocho horas seguidas, por ejemplo, y ya debería de haberse vuelto Lock, digo loco.

Edward Castle


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ÉL Y ELLA

Él era alto, moreno, inteligente, atractivo y algo tartamudo.

Ella era guapa, culta, con carisma, cara de ángel y un poco de escoliosis.

Era un jueves por la noche. Él pensó, esa misma mañana, que era la noche perfecta para ir a la exposición y la cata de vinos que se celebraría después.

Ella lo tenía decidido desde hacía ya una semana.

Él aparcó su coche a dos calles del edificio Mapfre.

Ella fue andando, disfrutando de la noche, de la luna y de la excelente temperatura que ofrecía aquel mes de octubre.

En la exposición no había nadie. Quizá era demasiado pronto. Ella observó, largo tiempo, un cuadro de Júpiter y, la representación del polvo cósmico, la dejó impresionada.

Él le descubrió a ella en el fondo de una sala desierta y quedó, por un momento, paralizado.

Ella intuyó que había alguien y se giró para mirar pero, sólo alcanzó a ver la ilusión de un cuerpo que se esfuma.

Él ocupó un lugar privilegiado para verla a ella, sin que ella, pudiera verlo a él.

Ella le buscó y, le encontró detrás de una columna, como un niño que juega al escondite y espera no ser descubierto.

Ella y él se miraron a los ojos y, sin hablar, se dijeron todo aquello que llevaban dentro. Él le ofreció su mano y ella la agarró con fuerza. Los dos corrieron y se adentraron en una sala a oscuras por una puerta privada. Ella pensó si aquello estaba sucediendo de verdad y él tuvo que pellizcarse varias veces para comprobar que no estaba soñando.

Ella tiró el bolso al suelo y se le cayeron los tampax.

Él se quitó la chaqueta y los zapatos al mismo tiempo, demostrando una habilidad extrema.

Ella le quitó la camisa con lentitud pero sin pausa.

Él recorrió su boca y su cuello descubriendo, a tientas, su cálido y acogedor cuerpo.

Ella hizo lo mismo, explorando cada rincón, impregnándose de su olor y haciéndolo suyo.

Y así, de esta manera, en aquel lugar y en ese instante, ambos se amaron y disfrutaron de un polvo que recordarían el resto de sus vidas.

Alice Verger

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